¡Ah, ah! el que así gritaba era
nuestro ya viejo amigo Mefisto. Todo empezó cuando Luzbelita vino a pedirle un
enchufe en la tierra para su marido.
Papi, pauchi, le había dicho. ¿Por
qué? no pasas por recursos humanos y le das una "sugerencia al jefe de
oficina para que...
Eso le produjo un ataque de
ansiedad, la realidad en el infierno es tan variopinta como el número de
diablos. Y aunque los diablos viejos, se habían defendido bien del primer
asalto; que se produjo cuando comenzaron a llegar los primeros hijos de la Convención
Republicana. Cuando comenzaron a llegar los tecnócratas, los hijos del opus y
los expertos de las escuelas de negocios. Al mismísimo Lucifer se le presentó
un difícil dilema. Como podía torturar a estas personas que tenían una
formación tan especializada, cuyas mentes estaban cerradas a todo lo que no
fuese su organigrama. Line y Staff. Controller. Auditores internos. Servicios
de benchmarking... productividad. Es obvio que un humano solo teme lo que
conoce, ¡y conoce tan poco! Como poder
torturar a un económetra, un hombre que había pasado su vida pendiente del
análisis de las variables, de sus ratios. Al principio intentaron que se
representaran la criminalidad implícita en sus actos. Que vieran la miseria el
hambre y la desesperación que sus decisiones habían producido. Les suministraron
imágenes de cientos de refugiados famélicos, hordas de subsaharianos
estrellando sus vidas contra las fronteras del primer mundo. Pero ni por esas. Así
que hubo que habilitar un espacio mental en el averno donde poder torturar a
estos seres abyectos. Un espacio especial donde recibían informes
contradictorios, descompensación de cambios, caídas de las tasas de crecimiento.
Esto si les producía dolor, mientras que las colas de paro, los cadáveres de
los desheredados flotando en una playa, los refugiados de guerra, los dejaban
tan impávidos, como un político español frente a las colas del paro.
Hubo la lectura precipitada de
una tesis en que uno de los diablos más astutos apuntaba a la facultad humana
de la resiliencia como la responsable. Por ella era fácil explicar la
magnanimidad del banquero haciendo obra social con la calderilla de sus
ganancias, de sus expolios. También se justificaba, el cardenal pederasta, el
político que traficaba con sus influencias. Para abreviar, a toda esta nueva
hornada de clientes, el averno, debía suministrarles tortura eterna, lamentablemente,
no funcionaba así que hubo que crear una sección para políticos, burócratas, tecnócratas.
Donde sufrían no por la consecuencia de sus actos no por su responsabilidad;
no, sufrían por la continua descompensación de sus parámetros, el resultado de
las elecciones. Y aun así... era el caso de aquel soberanista que no comprendía
que su juego era suicida, porque si el pueblo refrendaba su tesis debía dimitir
o mejor ser defenestrado por proponer lo imposible y por el contrario si perdía
el plebiscito que él mismo había imaginado, debía dimitir a consecuencia de su
derrota. Al final un diablo psicólogo encontró la solución. La tortura para
todos ellos consistía en colocarlos en un punto donde el sentido del dato variaba
con rapidez ofreciendo resultados contrarios. Esto obligaba al sujeto a cambiar
sus explicaciones cada vez con mayor frecuencia, el límite era la
esquizofrenia, el reflejo interno de personalidades contrapuestas. Eso si era una tortura digna del infierno.
Pero también la creación de esta
sección traía consecuencias, Mefisto y Belcebú lo vieron pronto. El infierno se
lleno de organigramas y lo que es peor de conductas estereotipadas.
Eso para los diablos viejos,
omniscientes, más sabios por viejos que por diablos les creaba una desazón
profunda. Un prurito, como no reconocer que para producir dolor era necesario
ser especialista, tener un máster, un postgrado, habilidades directivas, pero
eso, eso dicho así en frio era oponerse a la sabiduría ancestral del maligno.
Mefisto con un respingo vio con
toda claridad su horizonte, y dubitativo, aprovecho la tregua de pascua para
preguntar a uno de la competencia oye ángel tu que sabes...
No hizo falta más el ángel con
dulzura le repuso, si es cierto eso que piensas, dentro de vuestro castigo está
el humanizaros, cada día seréis menos divinos más humanos. Son cosas del jefe yo
ni entro ni salgo.
Mefisto se vio en las colas del
Inem, se vio en la puerta de la iglesia con un cartel en que se leía pobre
diablo en paro...
Por eso cuando Luzbelita, le
hablaba de recomendaciones, de tráfico de influencias su respuesta era un ¡Ah
,ah! doloroso amargo eterno.
2 comentarios:
Es ,mira,yo creo que alguien me quita las palbras,creetelo,no las encuentro cuando mas las necesito,como ahora,tego toda la emocion en ni dedo (el del teclado del movil) lleno de emocion con lo acaba de leerte y nada ,no le llega ni una palabra decente del celebro para poder escribir la contencion de emociones que nos has despertado.Te admiro.Voy a buscar palabras,a ver si alguien me devueve alguna.Mil gracias.
Me alegra, en el fondo lo que persigue el texto es dejarte sin habla sin aliento. Veremos alguna cosa más sobre el tema. Pero puedo adelantar, que los percepctos siempre asocian emoción y estas son respuestas aprendidas. Sé que hay lectores que las bromas con el diablo, la iglesia o cosas parecidas les producen una sensación molesta. Lo comprendo es algo aprendido no tienen ellos la culpa. A donde dirijo mi intención es a mostrar que en un determinado momento la respuesta a esa percepción es la carcajada, la risa franca. Algo a lo que pretendo llegar por el encadenamiento de absurdos. La terapia el equilibrio se alcanza cuando a un percepto respondemos con una risa. La risa es el hombre el "Endgame" de una percepto estresante. Y de esos pensamientos que duelen o preocupan solemos disponer de una buena biblioteca personal.
Publicar un comentario