martes, 12 de enero de 2016

He adquirido un libro..


Siguiendo los pasos de Blanca (Africa Jiménez) he adquirido un libro, no creo que pueda decir que lo he comprado, comprar tiene una connotación de tráfico. De valor y precio pero este no, es un libro pobre, que no es lo mismo que un pobre libro.
Permanecía en un anaquel con sus compañeros de pobrerío.
Un cartel de que igual podría haber garrapateado un indigente pedía depositar un euro en la alcancía firmemente atornillada al mueble.
Nada más un euro y podrás disfrutar de un premio planeta de aquellos que hablaban de la guerra civil...

Es un libro pobre y como es pobre es indecente, desvergonzado, sin inhibiciones.
Enseña sus intimidades sin recato, hace pública su historia individual. Habla de un COU de los 80.

Cuenta historias de Yxxx Mxxx:
de Rosa-Roberto-Rosa, el triangulo imposible de un binomio.
Contiene la esencia de un apunte y la traducción acelerada, corsari =pirata y alguna nota sobre Salvat Papasseit, en la que parece haber dedicado el libro a una enfermera.

Sorprende encontrar gran número de comentarios sobre el autor y su obra, algunos oficiales, de esos que suenan a bote salvavidas, a cosa de consejería de cultura, para cubrir el erial de la literatura catalana. No se si es impresión mía, pura subjetividad, pero mientras no tengo ningún problema en nombrar autores de los siglos XIX y el primer tercio del XX nativos de cualquier otra zona de España, aquí me cuesta. Y es curioso si existen artistas plásticos arquitectos, escultores, pintores... da la sensación que el benestant català no usava biblioteques.

Os dejo seguiré urgando las notas que margen del libro ofrece sin pudor, y dejaré una manda testamentaria para que mis libros se incineren conmigo. Tengo miedo de que cuando yo no sea caigan en manos de algún desaprensivo algún voyeurista como yo ahora mismo.

miércoles, 6 de enero de 2016

Ombligos y...


Oigo gritos en la escalera y salgo a ver que sucede. El vecino, mi vecino de arriba, tiene sujeto contra un rincón de la escalera a un individuo de rasgos morunos.
Como es natural me pongo de su parte, y le pregunto si quiere que llame a los mozos o a la guardia urbana. Todo parece indicar, que se trata de un pequeño delincuente al que ha pillado con las manos en la masa.
Por eso me sorprende su respuesta: No no, ni a la guardia urbana ni a la policía. El que tiene que venir es el rey el rey mismo. ¡¿?! ¡El rey? Pregunto... si el rey Gaspar o el negro el que sea... Entonces me doy cuenta que el individuo al que tiene retenido, viste turbante y chilaba, chinelas o pantuflas mas propias de un personaje de opereta.

¡Pero a ver que ha sucedido? Pregunto, pues ya lo ves me contesta el vecino este individuo que es un irresponsable, un inconsciente y un sinvergüenza. Ante mi gesto de extrañeza el vecino continúa, mire usted mire (el vecino siempre gasta el usted con prosopopeya) mientras se levanta la camiseta, yo había pedido a los reyes que me trajesen un ombligo nuevo. Necesito practicar la onfaloscopia, (La onfaloscopia es la técnica de meditación propia de los monjes griegos del monte Athos entre otros consistente en meditar mirándose el ombligo) y mira va este individuo y me deja un ombligo de segunda mano dice señalando melico. Lo ves este es un ombligo de político imagina si ha pertenecido antes a Artur Mas o al mismísimo Mariano Rajoy a ver como voy a meditar yo con esta mierda...
Tiene razón pienso, ¿pero no será mas urgente acudir a un cirujano plástico qué extirpe tan fea cicatriz? O por lo menos que lo haga más estético...

Mi vecino parece confundido, y al final decide ir el mismo a urgencias y pedir que le traten de una mas que probable onfalitis (infección en el ombligo) cuando aparece el rey Gaspar y dice: Cierto ese es un ombligo de recuperación, y tengo que mantener el anonimato del donante pero puedo garantizar que nunca nuestros ombligos han producido rechazo, onfalitis, ni inflamaciones colaterales del ego...
Y entonces yo suelto una ruidosa carcajada y me despierto, me voy a mirar mi ombligo en el espejo no sea cosa que...
Hasta luego.

miércoles, 30 de diciembre de 2015

Steve Jobs y Don Nicanor


Para reflexionar.
Ayer vi por TV una ficción biográfica de la vida de Steve Jobs. Digo ficción, porque según me cuentan hoy, no todos los logros que se le atribuyen son propios. En realidad en algunos casos se limitó a unir ideas de otras compañías.
Y subrayo compañías, porque sus logros que se presentan como personales no lo eran tanto.
Yo que siempre he sido “un zurdo de derechas” sigo analizando la sociedad que produce fenómenos como Jobs, y su contexto.
Mis amigos de Podemos o los de -la cosa en común- por no hablar de los del CUP procuran dar una imagen de anti, sistema, capital, iglesia, estado, y se equivocan. Porque ser anti requiere crear una sociedad de la nada o lo que sería peor romper la sociedad -por quebrarle el esqueleto y los tendones-.

Yo no estoy de acuerdo con la sociedad Capitalista, Pero tampoco lo estoy con una sociedad empresarial, porque hay veces, pocas, en que empresa no es capital financiero.

Mi amigo el zurdo zurdo, pide que me explique y lo hago:
Una sociedad con predominancia capitalista sería aquella en que la felicidad de un ciudadano y su autosatisfacción es llevar en la muñeca un reloj de 18.000 € o más.
Lo explico un reloj suizo ensamblado a mano, o un turismo de idéntica factura.
Porque lo que representa es la cantidad de sumisos que han colaborado en el nacimiento de esa pieza y que bien mirado no es otra cosa que un reloj y un turismo.
Algo de lo que se puede encontrar equivalencia, por mucho menos dinero. Pero eso si uno no puede ufanarse de llevar en la muñeca un Rolex o conducir un... y haber pagado diez veces más por él de lo que es razonable.
De allí la irracionalidad de la escudería de Pujol Jr. porque lo único que dice es la cantidad de siervos que ha empleado para disfrutar de esto.
Eso es el capital, y si es malo, los productos de Jobs no están tan lejos, porque en la sociedad industrial y tecnológica, el mismo ciudadano feliz es que que lleva en el bolsillo un móvil siseñor/mandeusted; que también se caracteriza por haber pagado por ello, diez veces más de lo razonable. Y lo que es peor, si el reloj o el coche modifican las pautas conductuales del propietario. Terminando este por ser el siervo del gadget. Voy a... no llevo el coche o el reloj caro.

Es más terrible la sumisión que impone el juguete de Steve Jobs, que obliga al propietario a mantenerse unido a determinadas redes sociales, a jugar a juegos y depender de una recarga de batería para ser alguien.
Si el premio del capital es un reloj de oro, algo con lo que se pagaban las bodas de oro en la empresa, como regalo al ego. El juguete tecno es una prótesis de un hombre preso, herramienta y jaula al mismo tiempo.
 
Y ahora amigo zurdo zurdo, para ilusionar a la sociedad debéis inventar vuestro gadget. Aunque solo sea un Don Nicanor tocando el tambor. Y en hablando de nicanores yo me quedo con los de El Boñar eso son nicanores y que viva León.

jueves, 24 de diciembre de 2015

La tercera noche y la última...



Solo somos cuatro viajeros en la parada del autobús. Excepto uno, todos mayores, y aun este debe pasar la cincuentena.
Se reconocen; me parece que se reconocen con gestos discretos.
Llega el autobús y subimos, dentro hay un par de jóvenes que parecen regresar a casa después del trabajo, llevan el buzo puesto con un nombre serigrafíado en la espalda. Ellos bajan dos paradas más tarde y sube en su lugar el que parece ser un miembro de la cofradía, no se que tiene en común con el resto, conmigo, pero hay algo que lo hace socio parroquia.

Nos mira a todos de hito en hito, cruza la mirada con el hombre calvo que se siente frente a mi y dice:

¡Buenas Fiestas y salud!



Al que está enfrente, el saludo le sienta como una cornada y contesta:

Una mierda salud, una jodida mierda. ¿Para que quiero salud para gozar mi miseria?

Es un gesto hostil y sin embargo nadie reacciona.

El recién llegado, a pesar de la mala acogida de sus palabras saluda a a cada uno.

Luego comenta algo que no entiendo, me mira y pregunta:

¿Donde vas a pasar la nochebuena? Yo en el hotel Alfa, y tu no muy lejos.

Más tarde mientras me entregaban el juego de sábanas, me enteré de la historia, el que permanecía sentado frente a mi en el bus, era Ricardo, un día fue un bien-estante, profesional, pequeño empresario. En pocos meses, la crisis se cebó en su negocio, perdió a su mujer, en brazos de un cáncer galopante, y como las desgracias nunca llegan solas, por un aval dado a su hijo perdió vivienda y negocio.

Sabes, me contaba mi confidente, aún no se ha hecho a la idea, el resto valoramos la salud como el ultimo reducto del bienestar, pero el piensa, que la salud solo es conciencia para percibir las desgracias...

Pero hay que bregar con la vida, vida que como en el Alquimista de Borges termina así:
           Y mientras cree tocar enardecido 
          el oro aquel que matará la Muerte,
Dios, que sabe de alquimia, lo convierte
en polvo, en nadie, en nada y en olvido.

Pero ya se le pesará... ya le pasará, esto me decía Luis un “amigo del hotel Alfa” así llamamos a la residencia que los servicios sociales del ayuntamiento tienen abierta para nosotros, los sin-techo.

¡Feliz Noche!

Noche buena 2º




Es la noche también; la buena, y un convoy jadea en la llanura, el humo queda atrás y el tren rompe la noche y su silencio. Mas en la distancia, solo parece un cometa lento con su larga cola de humo azul negro.
También es noche de paz, allá en le fondo de un vagón de tercera. Alguien canta, un noche de paz desgarrado; un clochard, dos fulanas, el revisor y un guardia.
Los imagino con disfraz de pastores y camino de Belén, ¿qué podrán llevar? Al hijo del hombre que está en el portal.
¿Qué le llevas tu María Ramoneta? Que vendes tu cuerpo por algo de pan y tu Magdalena que vendes tu carne para comprar paz.
Y un clochard discreto, que de su cantimplora trasiega balarrasa, cazalla aguardiente y tal vez café, ¿qué podrá llevar?

Y dos funcionarios un un interventor, el poli de trenes y un trashumante como yo; que paz ni sosiego al niño pequeño le podemos dar.
La máquina ulula, y el humo es un velo, y la larga cola de un traje nupcial. Dos putas un guardia, un hampón malevo, un sin casi sin casa y un revisor seguro venal.
Allá en sus inicios, barragana o tal vez manceba, del rico del pueblo, va la Magdalena buscando un portal.
Portal, un quicio, un ventano de casa robada, en que se penetra se sale se entra se entra y se sale sin mirar atrás.
Noche de paz noche de amor claro sol brilla ya... y los vagones candonguean la vía con un balanceo, como en la vida, la locomotora su velocidad