Hoy
había “mani” nacional. Españolistas, legionarios, falangistas,
ciudadaneros, y otros más.
Los
había con una caña de pescar telescópica de esas de cinco metros y
su correspondiente bandera española en lo alto. Se reunían en la
Plaza de San Jaime, frente a La Generalitat. Plaza llamada también
de la constitución, por La Pepa y a la que el señor alcalde
escogedor, escogió quitar su nombre que eso es triar y el resto
mamandurria.
No
había un eslogan unitario, tampoco he oído el Oriamendi ni en
primera ni en segunda versión. ¡Eso que decían que los de CIU eran
Carlistas! Que manera de mentir los de CIU, eran y son, mangantes
como el 90% de los políticos españoles. Y lo eran y lo son por
acción u omisión, que tan delincuente es quien percibe comisiones
como quien las paga.
Quien
conoce y no denuncia como quien hace del 3% (Homo mensura) la medida
de todas las cosas.
Aunque
hoy se trataba de hacer de una nación la medida de las cosas, de
todas las cosas.
Debe
ser en ese viaje hacia la nación catalana que se ha producido el
desajuste siguiente:
En
un bareto -que dicen los modernos-, un café para la inmensa mayoría,
uno de esos establecimientos que han debido reciclarse para vender el
bocadillu (entrepà) y la tradicional tapa catalana, bajo la presión
del turismo que nos invade. He asistido a la esta conversación el
guiri (vuelven los carlistas) preguntaba sobre el contenido oculto en
la “clivella del pa” y la moza, digo la pubilla, que debe derivar
de poseer o tener el pubis pelut, ha dicho: Es de salami, osea como
el fuet. Con lo que la despachado el proceso cognitivo de los
forasteros como quien aplica la ley de educación.
Y
hay que jorobarse, la independencia no solo transforma la industria
catalana de cafés a baretos de tapas o las braserias originalmente
establecimientos dedicados a la fabricación y degustación de
cervezas en antros donde se puede consumir una mala imitación de
asado argentino con coca-cola.