En aquel tiempo las
primeras experiencias sociales de economía centralizada habían
muerto.
La ambición personal de
los humanos, no no es exacto la ambición siempre es personal, quería
expresar, dijo el profesor mirando fito fito a los alumnos de primera
fila, que la ambición sobrenada el egoísmo.
A ver Martinez, que estoy
diciendo dijo mientras señalaba a un alumno que por su aspecto
estaba en el aula “de cuerpo presente” mientras su espíritu su
ánima se hallaba muy muy lejos.
Decía usted Don Marcos
contestó el aludido, que la el principal escollo en el avance de las
formas sociales de economía centralizada, los primeros experimentos
de la doctrina comunista fracasaron porque los individuos destinados
a ponerla en marcha, la ambición, que siempre es personal, sobrenada
el egoísmo.
Muy bien, a este Martinez
no había manera de pillarlo, Don Marcos estaba seguro que por la
sonrisa estúpida que hacía unos segundos iluminaba su rostro
Martinez se hallaba en el aula de cuerpo presente pero su imaginación
su alma aristotélica, andaba ya ligando con las colegialas de la
Anunciata, el colegio frontero.
Don Marcos había
intentado sorprenderlo muchas veces sin conseguirlo y es que ignoraba
una facultad innata de Martinez. Su capacidad de dejar su mente vagar
en tanto su memoria a corto plazo mantenía las tres o cuatro últimas
frases del maestro. Cuando era obligado a regresar le bastaba con
recuperar esas frases hacer un análisis rápido y certero y dar la
sensación de haber permanecido muy atento. Don Marcos, no entendía
que eso precisamente era la inteligencia, algo que no evaluaban las
pruebas psicotécnicas. Algo que si Don Marcos hubiera tenido el
menor rasgo de filósofo de la psique hubiese comprendido que también
era fruto del egoísmo.
El egoísmo es siempre
hedonista, busca el placer del yo como primer y único objetivo.
Muchos años después de esto el el despacho de ministro y enfrentado
con su escrito de dimisión Martinez alcanzó a comprender el porque
de su fracaso y de sus colegas, era simple el análisis del ultimo
trozo escuchado permitía salir del paso, pero la falta de una
segunda pregunta ¿Y después qué? Le había llevado al fracaso, el
y sus colegas eran incapaces de seguirse preguntando la consecuencia
y los sucesivos escenarios que generaban sus actos. Hoy con las masas
de indignados acampadas en la puerta del ministerio no le quedaba mas
que dimitir y volverse a su casa si le dejaban...
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