viernes, 4 de abril de 2014

Dimitir, dimisión, quien lo hubiera dicho hace un año.

En aquel tiempo las primeras experiencias sociales de economía centralizada habían muerto.
La ambición personal de los humanos, no no es exacto la ambición siempre es personal, quería expresar, dijo el profesor mirando fito fito a los alumnos de primera fila, que la ambición sobrenada el egoísmo.
A ver Martinez, que estoy diciendo dijo mientras señalaba a un alumno que por su aspecto estaba en el aula “de cuerpo presente” mientras su espíritu su ánima se hallaba muy muy lejos.
Decía usted Don Marcos contestó el aludido, que la el principal escollo en el avance de las formas sociales de economía centralizada, los primeros experimentos de la doctrina comunista fracasaron porque los individuos destinados a ponerla en marcha, la ambición, que siempre es personal, sobrenada el egoísmo.
Muy bien, a este Martinez no había manera de pillarlo, Don Marcos estaba seguro que por la sonrisa estúpida que hacía unos segundos iluminaba su rostro Martinez se hallaba en el aula de cuerpo presente pero su imaginación su alma aristotélica, andaba ya ligando con las colegialas de la Anunciata, el colegio frontero.

Don Marcos había intentado sorprenderlo muchas veces sin conseguirlo y es que ignoraba una facultad innata de Martinez. Su capacidad de dejar su mente vagar en tanto su memoria a corto plazo mantenía las tres o cuatro últimas frases del maestro. Cuando era obligado a regresar le bastaba con recuperar esas frases hacer un análisis rápido y certero y dar la sensación de haber permanecido muy atento. Don Marcos, no entendía que eso precisamente era la inteligencia, algo que no evaluaban las pruebas psicotécnicas. Algo que si Don Marcos hubiera tenido el menor rasgo de filósofo de la psique hubiese comprendido que también era fruto del egoísmo.
El egoísmo es siempre hedonista, busca el placer del yo como primer y único objetivo. Muchos años después de esto el el despacho de ministro y enfrentado con su escrito de dimisión Martinez alcanzó a comprender el porque de su fracaso y de sus colegas, era simple el análisis del ultimo trozo escuchado permitía salir del paso, pero la falta de una segunda pregunta ¿Y después qué? Le había llevado al fracaso, el y sus colegas eran incapaces de seguirse preguntando la consecuencia y los sucesivos escenarios que generaban sus actos. Hoy con las masas de indignados acampadas en la puerta del ministerio no le quedaba mas que dimitir y volverse a su casa si le dejaban...

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