Hubo un tiempo en que la
gente compraba microsurcos, e invitaba a los amigos a oír música en
su casa.
Hubo otra edad, en la
cual la gente tenía cámaras de super 8 mm y celebraba meriendas en
su casa mientras pasaban el cine familiar. Hubo un tiempo aun más
antiguo mucho mas antiguo en que la gente se prestaba libros.
Así la cultura y
esencias de la raza...
Oh cierto interrumpió un
espectador yo recuerdo haber visto en casa de mi tío unas películas
artesanales del sitio de Barcelona en 11 de septiembre de 1714.
¡En 1714 no había cine!
Y que mas da, eso para
hacer una ficción que guarde los valores de la raza.
Además tampoco había
Esquerra y menos Republicana, aun faltaban 75 años para la
revolución francesa, a pesar de ello Felipe V fue, a su manera, un
rey ilustrado, y fue la ilustración la que hizo eclosionar la
Revolución.
Estamos en el parking de
la gran superficie, en un ángulo hay un lugar en que se almacenan
cartones y envases, para su reciclado.
Allí en un rincón entre
restos de retráctil y catones viejos hay dos indigentes llaman a su
rincón El Ágora y su dedicación es la filosofía. Se dicen Platón
y Sócrates.
Muchos días el que se
hace llamar Sócrates, entra en el supermercado da una vuelta
despacio, y cuando sale sin comprar nada, dice: cuantas cosas he
visto, que no necesito.
Al club de los filósofos
suele acudir un segurata llamado Sancho o llamado por ellos Sancho
Panza.
Lo cierto es que las
primeras visitas eran profesionales, su misión era evitar que los
indigentes se levasen el cartón almacenado para reciclar.
Un día tuvo un breve
enfrentamiento con ellos, se disponía el segurata a quitarle a un
anciano unas cajas de cartón cuando Sócrates intervino.
Pero hombre de dios,
porque no dejas que este hombre se lleve esas cajas, son su casa, su
vivienda. Su techo y su alcoba, seguro que no las quiere para
revenderlas...
Porque mi razón de estar
aquí es esa, vigilar que ni un solo céntimo de la empresa se
pierda.
¡Vaya un siervo del
Tirano! Dijo el llamado Platón. Pero ya volveremos a eso.
Hablaba “Platón” de
como se creaba la república catalana y lo contradecía Sancho con
razones de Perogrullo.
Aquí la única
revolución que hemos tenido fue la industrial. Una burguesía
adinerada reconstruyó el barrio hoy llamado gótico a la misma
velocidad con que pintaba y repintaba blasones.
¿Nunca hubo revolución
dices? El que ahora preguntaba era Sócrates, nunca. ¡Pero nunca,
nunca!
Jamás, y mira si la
historia está falsificada que la Plaza de la Catedral no se terminó
hasta que se demolieron unos edificios de la calle Corribia
bombardeados durante la última guerra civil.
Nada en la historia
barcelonesa está donde debe, ni siquiera la vergüenza.
Aquí la burguesía nació
directamente del feudalismo y los mercaderes y empresarios del siglo
XIX eran herederos directos del feudalismo.
¡A ver que va a enseñar
esa oligarquía!
Silencio incómodo,
Sócrates decidió meter baza a su manera. Comenzó diciendo.
¡Tu
eres agente de seguridad y trabajaste antes en la banca!
Tu filosofía me lo dice.
¡Eres capaz de
desahuciar a un pobre de su casa de cartón!
A lo que el llamado
Sancho contestó:
¡Yo Soy yo y mi
circunstancia! ¡Y si no defiendo mi circunstancia no defiendo mi yo!
Mi trabajo como vigilante
de seguridad exige ya te lo he dicho que ni un céntimo de mi patrón
se pierda. En cuanto a lo de filosofía has de saber que tengo el
titulo de licenciado por la Universidad de Barcelona con media de
sobresaliente. Además soy Doctor por La Sorbona con una tesis sobre
la filosofía escolástica. Lamentablemente, eso solo me permite dos
salidas:
A- ser enseñante de una
filosofía en que no creo, dentro del marco de un sistema de
enseñanza no ético no filosófico.
B- Hacerme cargo de las
ediciones clásicas en una editorial de renombre (Las ediciones
clásicas no pagan derechos de autor, por eso se antepone un estudio
de cualquier prestigioso académico mal pagado y menos leído.
O lo que ves hacer de
agente de seguridad durante ocho horas al día por bastante mas de lo
que se paga por mi título y carrera.
No necesito decirle a
usted más y ahora hagan el favor de abandonar su Ágora su Academo o
cualquier forma de llamar a este espacio reservado para cartones y
papeles viejos, trasladen o reciclen sus filosofías a un parque
público de esos que mantiene la república o el ayuntamiento.
Y dejen de hacer
cocotología con el pensamiento.