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martes, 22 de julio de 2014

Un paseo

He bajado al hall del hotel, es un espacio multiuso como llaman ahora.

A la derecha esta recepción, al frente dos entradas a los restaurantes uno de ellos a mas de treinta metros de altura sobre el mar. Dicen que tiene unas vistas únicas, a mi me da miedo la altura, quiero decir que me dan miedo esos restaurantes que comienzan -y terminan- en las maravillosas vistas...

A la izquierda hay el comedor de los desayunos un acceso al solárium terraza y bajada directa a la playa, también eso que llaman ahora lounge bar, algo que la gente define como establecimiento menor que un restaurante y menor que un pub (en servicios se entiende) En realidad suele ser una cafetería, donde los decoradores dan libertad a la decoración mas absurda y muchas veces incómoda.

El lugar del que hablo me gusta, tiene un servicio como corresponde a un hotel cinco estrellas. Camarer@s con un inglés fluido y amabilidad por arrobas.

Me sorprende ver la cantidad de alcohol que se consume a esta hora de media mañana el barman no para de hacer mezclas agitados y batidos. A mi me choca esa costumbre pero si te has desayunado con unos huevos y bacón no parece tan raro ingerir una hora más tarde un zumo de naranja con La Viuda Clicquot. En fin suelen ser consumidores que en sus tierras natales no tienen champagne y mucho menos naranjas.

Me divierte ver como, el camarero, que debe andar por el metro noventa de altura, se pone en cuclillas para tomar la comanda, cara a cara al cliente. Decididamente se agradece, es incómodo pedir una consumición a alguien que tiene la cabeza un metro mas arriba que la tuya. No se si lo de agacharse, entra en el contrato de trabajo o es una aportación personal. Pero es agradable, para tomar un bourbon a las 10,45 yo necesito un camarero cómplice. Nunca se lo pediría a un personaje que habita a la altura de un magistrado en el estrado, o un cura en el púlpito. ¡Faltaría mas!

Mientras me preparan el brebaje, me entretengo mirando el personal, resulta que estoy en el camino de la playa y la terraza. Es un espectáculo ver las hembras que habitan un cinco estrellas, se supone que como la decoración y las bebidas serán la crema de la crema señoras con diéresis.

Pasan con sus pareos transparentes que son mas excitantes que el nu- creo que son infinitas las curvas que un biquini puede dibujar sobre un cuerpo. Pero no es eso lo que me interesa, a mi lo que me mueve es el porte, son señoras que saben estar, han aprendido a andar en estirados colegios suizos.
Deben tener cada una una asesora que les maneja los encantos, aquella de brazos largotes y escuálidos los cruza sobre el pecho. La otra ligeramente patiestevada cruza las piernas cuando se para para disimular su horquilla, y los andares evocan las modelos de pasarela. Son profesionales del estar guapas. Las hay que dejan entrever la nalga por los pantaloncitos cortos, las discretas y las de belleza insultante. Supongo que esta fauna es la que mira Mariano Rajoy para hablar del futuro.
Vaya no se puede nombrar la soga que se deshace el encanto. Por el fondo aparece la pollera de San Acisclo. Se rompió el hechizo.
Me pregunto por los motivos tan distintos que reúne aquí a toda esa gente. A mi me gusta darme un baño de glamour. Antes las clase bajas no podían permanecer en estos reservorios de la JET-SET. Bueno si, yo tuve dos tías camareras y mi madre era ama de llaves. Así si se podía. Hoy comenzamos porque los de la jet visten igual que yo una camisa decolorada y vaquero roto. Claro que el de ellos es lavado a la piedra de Mauritania y su decolorado de camisa dicen está hecho con un gas toxico que se retiró de los arsenales militares ahora esas cosas ya solo se les tiran a los pobres.
Mi formación en el seminario me dio un habla reposada y una mente aguda, que me permite frecuentar estos sitios si que se note mucho mi extracción. El problema solo lo tengo al salir del hotel, tengo que esperar que el portero no me vea. Si por un casual me ve tomar el autobús no me dejará entrar otra vez. Espero que se entretenga con los pasajeros de una limusina que ha hecho su aparición. Tengo la ventura de confundirme con unos clientes del hotel que salen a pasear por la playa. Usan la puerta para no tener que sortear los cuerpos que como un rebaño focas saturan la pequeña cala.

He pagado con elegancia mi cerveza, lo del burbons es un truco. Yo entro pido una caña y procuro poner a mi lado el vaso de whisky que dejó otro cliente. También si puedo ma adueño de la propina que dejó. Pagar ocho euros treinta por una caña de cerveza creo que me autoriza a quedarme con los dos o tres chavos de la propina de otro.

He cruzado la tierra de nadie, ya estoy entre los míos, llega el bus algún empujoncillo extra. ¡Como se podrá vivir sin ese contacto humano! sin ese olor a axila que difunde el del asiento de al lado. Veo a dos mujeres bueno mujer y mujercita, la mayor es una cuarentona enjuta de carnes doradas y apetecibles. Cambiamos una sonrisa discreta, sube más gente y debe acercarse más siento su irradiación, es una mezcla de sexo y ternura, no se porque la entiendo y la deseo. La imagino divorciada, que pena que hoy te toque hija te iba a enseñar yo...
Se para el bus y entra una mujer mayor el pelo níveo la piel como corresponde, bueno entra es mucho decir en realidad la suben, porque va en una silla de ruedas. El que empuja parece ser su hijo. Tenemos que cambiar de posición para que pongan su silla en el sitio reservado. Eso me permite rozar por un segundo a la otra mujer la de la niña. Creo que saltan chispas. Me distraigo mirando por la ventanilla, mi vista se cruza con la anciana de la silla de ruedas, es dulce y tranquila. El hijo la ha acariciado a puesto en orden su cabello y le ha hecho una foto con el móvil, es una gran dama, que digo es una reina.

Siento que me tocan la cola, me vuelvo despacio, vaya es la mujer apetecible, no se ha dado cuenta, o al menos eso creo, desde mi metamorfosis tengo más dificultades para ir en auto-bus. La gente no ve mi prolongación, mi ectoplasma. Ayer si ir más lejos otra señora enredó las crines de mi cola en las ruedas del carro de la compra. Uf fue doloroso.

Es mi parada me dispongo a bajar cuando siento un cachete en las nalgas, me vuelvo es ella la mujer, ahora que la veo bien también ella pasó la metamorfosis, también es centaura.

Nos sonreímos cómplices quien sabe ¿quieres trotar conmigo por El Parque de las Aguas? Creo que ha dicho que si ha sido dos pequeños saltos con las manos un piafar de alegre desenfado. Soy Feliz.

martes, 22 de abril de 2014

Memoria de un puerto marroquí

Yo recuerdo de mis viajes a sitios no habituales un mapa de olores, era bonito serpentear entre el incienso el pachulí la ropa tendida al sol los efluvios de un perro muerto. Oír el enjambre de moscas que cubrían el cadáver y esperar en la vuelta del camino mientras el sol cae, los olores de heno y sudor de las campesinas que traían grandes haces hierba sobre sus cabezas.
La brisa traía cabalgando en su lomo el aroma de la brea, galipote, del puerto donde un viejo calafate descalcaba una barca.
Las gaviotas con total desvergüenza permanecían posadas en las rocas cercanas, También de ellas percibía su olor animal inconfundible, mis alpargatas de cáñamo ya muy usadas dejaban ver las uñas de mis pies, y el poco tejido que restaba permeable al chabisque del camino dejaba mis pies sumidos en una humedad pegajosa y perpetua.

domingo, 6 de abril de 2014

No es un juego. Es tu reto

Atardecía con el lento discurrir de un día de mayo, cuando el sol, se entretiene en la linde de la tierra, como esos niños mal criados, que nunca encuentran hora para echarse. Es él el sol que juega a alargar sus horas hasta el solsticio. Haciéndose remolón en el contraluz rojizo.

Pero ya vale de entretener tu mirada mental, en un paisaje que solo tu habitas en tus adentros. A los que escribimos, nos es dado crear espacios en la mente de otros para que los usen para que los habiten.

Ahora ejercitarás el oído, y mientras borras ese aire de pastoral oyes, el tintineo de las esquilas del rebaño. El ganado invade poco a poco toda tu atención.

Bien, si las reglas son ciertas ya te tengo donde deseo; en al la orilla del arroyo en una tarde del fin de primavera, mientras miras como un rebaño acude a calmar la sed, ahítas de pasto seco.

¿Ya has llegado? ¿tienes creado tu escenario conforme a mi deseo? Pues bien escucha, hay algo más en tu percepción. Desde que oíste por primera vez al viejo de la montaña has desarrollado nuevas facultades. No, no es eso exacto, desde tu última estancia de unos días con el viejo de la montaña, has aprendido a leer cosas que antes te pasaban desapercibidas. Ahora pones en el centro de tu atención toda la información de tus sentidos. Y ahora sabes que el campaneo de las esquilas no es igual, hoy es pausado monótono, el faltan arpegios esa aceleración súbita de campanilleos que se producía de vez en cuando, precedido de un trote y seguido de una nube de polvo. Eso es, ahora lo sabes falta el perro, el perro que con sus carreras sus ladridos y algún que otro mordisco va conformando el paso del rebaño.

Ves al pastor, se desgañita gritando, lanza piedras y su cayado para aturar el hato. Poco más tarde el te lo cuenta, he matado al perro.

Lo tuve que hacer, le salió el alma de lobo que llevaba dentro. Mordía a las ovejas por placer, sin sentido, era malo he tenido que matarlo.

¿Y como sabías que era lobero?

¡Ah! lo delató su forma de beber, el perro chapotea en el agua cuando bebe, hace ruido no le importa, el lobo más taimado, lo hace con todo el hocico dentro del agua. Sin ruido... su instinto le obliga a no delatarse nunca.

Y ahora que harás

¿Sin Perro?

No, ¿qué harás tu lector? Ahora que sabes que puedes analizar tus perceptos, y saber que falta el perro antes de que te lo cuenten. Ahora que te dicen que en tu entorno hay perros lobunos que harás con ellos.

No crees que es el momento de...


miércoles, 5 de marzo de 2014

Apago el corazón y os cuento



Son las 3 A.M. he escrito un poco, mis interlocutores no saben que a esta hora puedo permanecer despierto con el corazón apagado.

No en balde es la hora a la que se levantan los verdugos, a la que se acuestan los políticos.

Aunque los políticos, además de tener el corazón parado tienen el cerebro. ¿Te preguntas? lector, como llegué a saber, que podía vivir con el corazón parado. Fue consecuencia de unos ejercidos de relajación profunda. Contaba ayer o ante ayer, mi ambigua relación con Paula aquella adolescente-mujer, que conocí junto al maestro. Al principio era algo obsesivo su imagen acudía a mi mente en los momentos de relajación. Un día decidí centrarme sobre el latido cardiaco, poco a poco conseguí bajar su ritmo 50, 44, 30, 23, 16.
¡Ya está! a 16 pulsaciones minuto el corazón se apaga. Cuando comienza a apagarse Paula y su imagen se desvanecían dentro de mí.  Al mismo tiempo mi respiración -el ritmo se entiende- bajaba de forma proporcional.
Bastan 3 o 4 inspiraciones minuto.
Se tiene tentación de apagar el cerebro, pero eso solo pueden hacerlo los egoístas, sustituyen la percepción externa por la contemplación del ego.
Se ven, se sueñan grandes estadistas, que horror, verse horro de todo compromiso. Es mejor ser verdugo y despertar con la conciencia muerta para ejecutar a un ser humano.
Lo otro es vidriar el ego con una pátina interior, obligarse a vivir con la imagen fantasma de tu yo de tu ambición de tu egoísmo.
El mundo se ve como a través de unos antejos deformantes pero ellos no lo perciben, sus gafas son de color yo y sueñan mundos para otros a la medida de su incompetencia. Ven un pueblo feliz sin darse cuenta de que solo ven su imagen multiplicada por mil por diez mil por millones. Pero la realidad no es así, supongo que es un reagalo del diablo.

Pero volviendo a la relajación, al amanecer de los verdugos, se le puede vestir de de un aura santa, un aureola de Sidarta Gautama, el halo de la aniquilación en la felicidad de otros y propia. El no deseo, el no sufrimiento

Sé que a esta hora vivo sin corazón, porque el corazón es la víscera que marca el deseo. Es como un redoble de tambor que subraya el movimiento, la apetición que dirían después los filósofos occidentales. Nunca fue fácil, a esta hora vivir sin corazón, significa ver la tramoya de los actos ajenos. Se aprecia con claridad el maquillaje el oropel y el adorno.

¿Sabes me dije un día? Ya sé como se sabe cuando un acto es maquillaje, auto incienso. El maquillaje solo da color solo tiene aspecto, no es otra cosa que una laca una mano de barniz. Tú ves, lees una decisión una idea de un dirigente si se han hecho dos preguntas puede que corresponda a un pensamiento a un proceso mental.
Por ejemplo, a los bancos se les acumulan los pisos, ahora tienen un parque inmobiliario enorme y por no ser capaces de dar crédito tienen a la nación agonizante mientras ellos enferman. Eso significa que ni los bancos ni los políticos pensaron en las consecuencias de sus actos de sus leyes. El otro loco, anda excitando a la plebe con el sueño nacionalista, nadie piensa el segundo paso, el parto doloroso de nacer de cero. Porque si no es para que todo cambie para que hacer nueva frontera. Es claro el nacionalismo es un sueño de gachupín,  de boludo.

Le pasa lo mismo a Madero, A Fernández de Kirchner a Cospedal; es eso, gentes enfrentadas a situaciones mucho más complejas de lo que su cerebro admite. Solo son capaces de hacer una pregunta y dar una sola respuesta, no hay efectivo para hacer frente a la segunda cuestión ¿Qué pasará si? como influirá si... por eso sus palabras son colorete en polvo. Maquillaje de real en mucama endomingada.
Nada, aberración, despropósito, carnavalada. Es la hora del verdugo y hoy se maquilla más, más que de ordinario, será que tiene cita con la justicia o con el electorado... no, no lo creas, ellos solo tienen cita con su ego.

En fin sigo viviendo a corazón parado, tiene ventajas veo sus falacias y no los odio, los comprendo. Me río de sus miserias y es porque no se... tal vez aun no se ver las mias.          

sábado, 1 de marzo de 2014

Memorias de una obra mi libro becerro.



Fueron inviernos duros, el aprender a dominar el cuerpo me creaba problemas, por otra parte todo lo nuevo me atraía me costaba establecer un orden de estudio.
Cuando en septiembre me despedí del maestro tuve la vaga sensación de que era un adiós   y no un hasta luego, intuía que no sabría o no podría disponer de otro verano completo para seguirlo y eso me producía una cierta alegría que a su vez me creaba desazón. No lo podía comprender,  el pensar en repetir sus pequeños periplos entre la montaña y la playa me abrumaba, me parecía tedioso, aunque al mismo tiempo el prescindir de ellos me angustiaba era la sensación ambigua de un alma adolescente. Probablemente él sabía de mi zozobra, de mi interna tormenta, lo sabía desde varias semanas antes del fin. Después recordé una frase suya en al inicio de un rito de meditación. El rito consistía en mantener la mente en blanco durante un tiempo determinado, el que tardaba en consumirse una varilla de incienso.
Aquel día a Paula y a mí nos hizo juntar nuestras varillas y encenderlas juntas en la brasa que nos ofrecía, soplamos a dúo, y luego alternativamente, sobre la brasa, en algo parecido a un rito. Creo que el por lo bajo dijo algo así como que vuestros alientos enciendan recíprocamente el sentido de vuestras vidas. A mi esa frase me produjo la sensación de ser una sentencia de matrimonio. Que junto al soplo de Paula y la proximidad de su cara tuvieron como respuesta un sonrojo y una leve erección, que casi pasó desapercibida. Fue después cuando tuve la conciencia clara de ello. Cuando luego le pregunté a ella que había que había sentido en la ceremonia me dijo que percibió mi élan, mí élan vital. Lamentablemente entonces y en mi léxico solo era un oscuro término usado por el filósofo Henri Bergson pero nada, ninguna emoción que se le pudiese asociar. Como es natural o al menos me parecía correcto, yo no nombré el cosquilleo erótico que me produjo su proximidad.
Decía al principio -"que los siguientes inviernos"- y no sé porque siento necesidad de usar el plural, la memoria solo recuerda uno, cronológicamente uno. En cambio el crecimiento mental, para no usar esa barbarie, del crecimiento personal majadería muy en boga en los libros de auto ayuda, ¡como si el crecimiento pudiese ser impersonal! Pues eso el crecimiento interior fue muy, muy lento. Del contacto con el maestro y la gente que le oía salí, como abeja en primavera, todo me parecía romeral y monte bajo lleno de apetitosas flores, y hasta nuevas Paulas  todo llamaba mi atención y a todo se la dedicaba intensa y brevemente.
Primero fue la ESP percepción extrasensorial, lo que el vulgo llamaba telepatía, aunque mi error fue tratar de medir buscar en las cartas de Zener llevar una estadística de los aciertos en vez de seguir el camino correcto, que consiste en la busca interior de la sintonía con el sujeto  o en su ausencia, medir la capacidad de pronosticar la carta que al azar saldrá en un corte aleatorio del mazo. Era obvio que la investigación hubiera tenido que dirigirla hacia el estado mental de percepción alterada que permite si es que existe ese fenómeno. La conclusión que hoy puedo mantener con toda seguridad es la siguiente: No se puede enseñar ni estudiar los fenómenos espirituales o psíquicos, desde la ciencia, porque la ciencia requiere infinitos conocimientos seguros y parciales, algo así como preparaciones de Ranvier, es decir laminas muy finas de preparado y a veces con la ayuda de tientes para que el ojo distinga.
La fenomenología, mal que les pese a Hegel o a Husserl, no puede llegar al todo a través de las partes, eso es ciencia método, y para llegar al conocimiento, es menester la percepción global del sabio, del chaman, del mago del hechicero. O en su defecto aprehender el fluir del universo.
Pero como se puede lograr eso, ante mi  tengo un libro viejo, muchas veces leído, y al tomarlo entre mis manos ya conozco su peso, su tacto. Eso me habla que la experiencia libro evoca en mi memoria otras veces que lo tuve en mis manos, luego ya no es un libro, es mi libro el libro. No me hace falta mirar para saber que en sus guardas hay escrito garrapateada una dedicatoria y un verso, fue un libro destinado a... y ahora es mío, lamentablemente mío. Entonces el libro me habla de soledad y si un día el encender una varilla de incienso con un aliento compartido me produjo un conato de erección hoy el libro y esos rasgos también produce una respuesta, esta es agridulce y mucho menos somática que la de entonces.
Un libro su peso el tacto de sus hojas y un poema escrito garrapateado deprisa en sus guardas una dedicatoria que me produce a pesar del tiempo un ligero rubor y... tantos, tantos  recuerdos... Hay veces que dejamos trozos de vida en un libro en pañuelo, y mientras la mente me pide volar, volar, volar libre en busaca de otros afectos. Buscar otro morar en un cielo amigo, fundirme en un nirvana quien sabe las cosas son a veces anclas al pasado o mucho peor es un arco fajón que sostiene nuestro techo solido pétreo si pero incapaz de volar incapaz de hacerme sentir el viento el halito de Dios en su universo.

martes, 25 de febrero de 2014

Dejo de ser novicio.



Aquel verano daba ya poco de sí, había trotado un poco tras el maestro, septiembre traía una vuelta a la rutina, los estudios, el mal tiempo alejaría a los turistas de la misma manera que aquellos hippies de temporada, volvían a los vaqueros y los Beatles.
Pero en mi, habían comenzado a surgir inquietudes que durarían siempre . El espíritu budista vestido por los grandes creadores de consumo invadió occidente, incienso, meditación, salmodias mandalas y mantras con Coca-Cola venían a llenar las creencias de una sociedad cansada de inventarse. Mas bajo ese folklore algo carnavalesco latían los intereses comerciales del dólar.
El maestro había avisado, alguna vez de ello, decía que era imprescindible ir a la fuente, ver la India profunda y entender.  Una vez asistí a un pequeño rifirrafe entre un budista moderno por llamarlo de alguna manera y el maestro. Él terminó la cuestión con una pregunta. Era más o menos esta ¿Tú crees que hay mucha diferencia? entre la religión que predicó Cristo y el rito y la prédica de los curas actuales. Y cuando su interlocutor se iba a lanzar a soltar una serie de improperios contra los curas y el catolicismo, puso el índice en su boca como pidiendo silencio y añadió: Pues vigila no haya el mismo abismo entre el budismo de consumo y el verdadero. En el Mahayana tiene su camino en la compasión. El ritual y la ofrenda la donaciones, toda una el acto del creyente que aspira al despertar, para ayudar a los demás y guiarlos a la liberación.
¿Crees acaso que el ungido el Cristo está reñido con ese sentido del budismo?
Allí quedó mi formación, yo no estaba interesado en filosofías y menos en teologías.
Alguna vez, durante el invierno me crucé con Paula, ella seguía manifestando en su forma de vestir la pertenencia a un movimiento de liberación, decían que era fácil para el sexo, reconozco que a mí eso me asustaba.  Esperaba tener una vida de pareja estable y larga y eso de la relación sin ataduras, me venía grande.
Hable una o dos veces con ella, la que mejor recuerdo versó sobre los dedos y las manos. Ella parecía conocer bien el tema según supe la mano derecha, simboliza la inteligencia y la concentración. la izquierda simboliza la sabiduría y la meditación. Cada dedo tenía su función así en la derecha El dedo pulgar es el del conocimiento. El índice, poder individual. El dedo medio o corazón representaba votos, promesa y determinación. El anular, los medios y el meñique, sabiduría.
En la mano izquierda pulgar, contemplación. El índice, energía individual. El medio paciencia. siendo la disciplina el anular y caridad el meñique. Las manos juntas yuxtaponían conocimiento y contemplación hasta caridad y sabiduría. Los dedos cerrados en círculo generalmente el pulgar alguna veces con el índice otras el círculo lo forman medio y corazón mientas el índice se introduce en el aro formado por estos. Lo que representa para la mano derecha conocimiento y determinación cubriendo el poder. En la izquierda el mismo gesto representa la contemplación y paciencia tutelando la energía personal. ¡Uf! que lio, seguro que era necesario un gurú para avanzar en todo ese marasmo.
Muchos años después comencé a meditar o mejor a ensoñar durante la relajación los simbolismos de los dedos.
Me pareció mucho más útil, el control o el entrenamiento autógeno que diría Schultz.
En una variante que no sé de donde saqué. Pero que responde a una especie de yoga urbano. Se trata de caminar por la calle llevando la respiración con el ritmo de los pasos, yo daba cuatro pasos inspirando y otros cuatro espirando. Poco a poco incrementaba en número de pasos hasta llegar a los doce y hasta los quince pasos. Llega un momento que es doloroso, cuesta meter un poco más de aire en los pulmones y duele también expulsar, vaciar los pulmones tanto tiempo seguido. No obstante son técnicas que se pueden dominar en cuestión de días. Fortalecen de tal manera el control somático que cuando recibimos una impresión un percepto que tiende a producir ansiedad, esta se reduce con solo dar unos pasos, si la idea nos produce respiración entrecortada e incluso taquicardia basta imponer nuestra voluntad en un ejercicio de respiración caminando para que esta desaparezca.
Supongo que se llega a eliminar la causa eliminado los síntomas las manifestaciones somáticas asociadas.
Para mi caminar respirando así era la clave, nunca supe por que cuando hago esto mis manos buscan formar el vitarka mudra; que como supongo intuiréis que es el circulo corazón pulgar con el índice en su interior. Sé, que los primeros tiempos, ese ejercicio reducía de forma notable el número de pulsaciones producidas por el estrés.
Pero lo realmente bueno era llegar a un estado de ensueño relajación profunda en el cual la conciencia muy despierta iniciaba un viaje hasta unos escenarios que yo mismo había diseñado.
Pero eso, ¡Eso es otra historia!