Me dicen que la porculatio está
en marcha, durará Dios mediante hasta febrero. Tal vez si este año el frio llega
tarde iré a celebrar alguna fiesta.
Recuerdo mi primera vez, la
montaña amanecía cubierta de un fino cobertor de niebla, las encinas y los
alcornoques habían tapizado el suelo con sus hojas y a pesar de todo aun mantenían
su follaje verde oscuro. Me interesaban sobre todo las primeras. Pero así y
todo el cuadro de verdes y ocres me retrotraía a una imagen ideal del
territorio.
Porculatio, cuanto saber encierra
la palabra. Imagino los gañanes de la Lusitania aquellos amigos de Viriato los
compañeros de Pizarro. Hombres todos rudos como la tierra que los mantiene. El
encinar que también fue templo al aire libre, según los druidas es el árbol que
canaliza la energía que permite la transformación. Curioso pastores metidos a conquistadores
a generales. Pastores que serán objeto de un magnicidio. Y sin embargo la
porculatio es latín cosa de frailes, aunque bien mirado de frailes legos un
latín bajo como el que deberían usar los legionarios romanos.
En fin este año me parecen
lejanas las dehesas extremeñas, me acercaré como mucho a Graus también fue zona
conventual. Y probablemente debamos a ellos a los frailes y a los cerdos, el conocer
el otro fruto del encinar; la tuber melanosporum, tambien latín, la joya de los
homgos, la trufa, esa simbiosis de hongo y encina.
Ensueño el paisaje agreste, el
encinar y el alcornocal. Jamón trufas y buen corcho para el vino. ¿Quién da
más? Y se me olvidaba gentes bravas y ascéticas como los frailes como los
cillereros que apuntaban en sus cuentas porcus in latitudine. Y luego con mayor
sencillez la contracción que casi llega a anagrama porcu-latitudine porculatio.
¿Jamón ibérico y trufas quien da más?