Eran días de pálido sol. Nubarrones en creciente. El otoño
se hacía presente con su bajón de temperaturas. Sus días cortos, sus
batallones de hojas, que llevados a los distintos frentes por el general viento,
solo podían predecir el ataque inminente de la tropa de ampos mandados por el
general invierno.
En el jardincillo que rodea la casa, las últimas rosas,
festejan con los primeros membrillos y las milgranas, que ya abiertas dejaban
entrever su interior rosario de cuentas granate.
Pues bien, eran esos días donde una economía estrecha, un
verano muy seco, habían hecho aparecer las primeras grietas en el garniel del
país dibujando imposibles diferencias entre granos mucho más que semejantes...
¡A ver de que hablaba? ¡Ah si! de que me hallaba yo defendiendo mi
alícuota libertad cuando un voluntario vino a defender mi posición y trinchera.
¡Qué si la defendió! me despojó de ella se la puso y marcho
a no sé que misiones estratégicas y como os lo cuento ojos que no ven gabardina
que te vuela.
Por eso desconfiar de todo co-revolucionario, tovarich
camarada o compañero que vengan de donde vinieren quieran defender tus
posiciones y trincheras.
Puede que solo deseen dejaros en camiseta.
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