Otra vez camino de La
Alberca, ayer mis ilusiones se estrellaron, había en el aire, y no
lo soñé, un aroma a judías, legumbre primigenia. Garbanzo lenteja
y judía castellanas. Gregoriano de fogón, alquimia de refitolero.
Condumio conventual, hogaza de pan blanco... aceite... gran yantar y
el alma mira al cielo.
Pues que no, que nones,
que el olor de judías no venía de ningún restaurante. El olor
llegaba de la cocina de una residencia de ancianos...
Yo había repasado por la
noche aquello de los ritos del noviazgo y la forma de celebrar la
boda y el bodijo... protocolos ancestrales tal vez hebreos o quizá
morunos. Tampoco ajenos al otras regiones de España.
Pero lo que me impresionó
en La Alberca fue el entierro, suelen los albecanos pertenecer a una
cofradía, la muerte de un cofrade, se anuncia con las campanas de la
torre y los toques por su número indican la filiación del
fallecido.
Llegó el furgón a la
puerta de la iglesia, mejor dicho a las escaleras que se extienden a
su pie. Fue sacado el ataúd subido a hombros de cofrades vestidos
todos con severa capa castellana. Responso y miserere. Dejamos la
función los muertos entierran a sus muertos, tal vez la frase mas
oscura del evangelio.
Paseo tiendas artesanía,
polainas botos camperos, sombreros. Descubro en el arte charro el
secreto que culmina mi novela. Es curioso lo he tenido delante de la
vista todo el tiempo, ahora lo veo es la clave que cierra el arco. Es
el arcano antiguo la ciencia de los rosetones; el gótico saber
secreto.
El funeral termina, los
cofrades cargan el ataúd y enfilan la calle principal plaza mayor
hasta la salida del pueblo. El féretro los dolientes con capa, el
cura con la cruz, los acólitos y un coro de mujeres que reza. Los
comercios cierran las puertas y apagan sus luces al paso del
entierro. ¿Respeto? ¿Atavismo? Quien sabe impresiona es un adiós,
quizá un hasta luego. Responso y miserere. En las afueras espera el
furgón fúnebre de allí al cementerio igual que otro entierro.
Dicen que serán cofrades los que pongan sobre él la primera palada
de tierra, humus al humus polvo al polvo, muertos a los muertos.
Volvemos, aun nos da
tiempo de ver un grupo de verracos que crían a la montanera. Es el
ciclo de la vida humus encina bellota cerdo -excelente jamón- y otra
vez estiércol. Stercus cuique suum bene olet, si si es cierto.
Integramos una cierta putrefacción en nuestro ciclo alimenticio.
Repaso la lista de
precios, lomitos de presa, jamón, chorizo, salchichón. Ya tengo
proveedor; me hará envíos a Barcelona. También Judías lentejas
garbanzos quien dijo que el turismo es solo ver museos.