viernes, 15 de julio de 2011

La Regenta (Ana se suelta el moño) o una pareja insólita 3º



Ana. Bien te doy la razón, en que una conducta así, por parte de una mujer española y mas aún una vetustana como yo hubiera sido explosiva.


Tu no eres capaz de comprender por que en España no hubo una Mary Wollstonecraft Godwin. Mas conocida por Mary Shelley.


Te recuerdo que se unió sentimentalmente (como se dice ahora) a Percy Bysshe Shelley. Amigo y seguidor de su padre. El ya estaba casado; quedó embarazada y fueron sometidos a un ostracismo social. Solo se casaron después de el suicidio de Harriet primera esposa de Shelley.


Cuentan lenguas que George Gordon Byron -Lord Byron- los tenía entre sus amigos. Ese monstruo de excesos, solía compartir a sus parejas.


Pero debes desengañarte, un hombre así no podía nacer en España y menos una mujer. De Byron se dice que tuvo su primera experiencia sexual con su institutriz y devota calvinista Mary Gray. Por puro paralelismo cuando mi padre me puso en manos de doña Camila, otra protestante. La que me cuidó en los años infantiles en Loreto. Mi cosecha fue la calumnia, mi fuga nocturna con un amigo tan inocente como yo. La causa de murmuración. El ser señalada como hija de una “bailarina” cosa que mi madre nunca fue. Era modista.


Ah, veo que Ana está comparando el ambiente de su Loreto infantil con la infanacia y juventud de Byron. Hay cierto parecido, los dos son hijos de padres que dilapidan su fortuna. Pero mientras Byron tiene la experiencia real de sexo y religión. Ana solo le es concedida una experiencia vicaria. Mientras el lord a los 28 años recibe a los Shelley y en una velada nace el germen de lo que será Frankenstein o el moderno Prometeo. Probablemente el primer relato de ciencia ficción, y gran novela gótica. Con fondo filosófico incluido. Dios. Vida. Amor. A Clarín solo le cabe un personaje que se pierde en el laberinto de un catolicismo asfixiante. Entre concupiscencia y San Agustín entre Santa Teresa y la renuncia a la vida en sociedad. En una depresión, que parece mas propia de los ejercicios de San Ignacio, que de un crecimiento personal ordenado. Viva el dogma y el cristianismo español. Isabelino o Carlista que mas da, es el aherrojar la conciencia. Al individuo al criterio de la iglesia. Vemos en La Regenta que Don Juan Tenorio es doble o triplemente pecaminoso. Lo es por ser representado en fechas prohibidas, lo es por presentar un amor sacrílego, lo es por dudar del perdón del cielo. No le vale que el amor de Doña Inés salve al crápula en la vida eterna.


Dios es el mas terrible Yahvé hebreo. Dios es el Emperador Trento y la contrareforma. Pero sigamos escuchando.


Yo estaba llamada por los libros de mi padre a ser otra cosa, debiera haber sido ilustrada librepensadora feminista. Yo debiera haber sido paradigma de una mujer que ya había en España. Pero no, soy el juguete, el trofeo entre dos varones, el primero Fermín de Pas canónigo fruto de la ambición de su madre. Única salida para un inteligente pobre un cuasi hijo de cura. El otro extremo la otra opción es un Don Juan libearaloide (si hubiese sido liberal, yo hubiese sido compañera, no trofeo) felón falso egoísta y en el fondo adamado. Todo, menos lo que una mujer espera como hombre. Por eso no quiero psicoanalista versión moderna de mi padre espiritual Fermín el canónigo. Ni Seductores de película que me evoquen un Don Juan como Alvaro Mesía de eso ya he tenido.


Fuego, como se ha puesto Ana, su aura fluorescente pasa del rojo al morado con la misma vehemencia que sus palabras.


Y para cerrar el triángulo no necesito un marido de justicia jubilada; que incapaz de entenderme como esposa o amante, se dedica a mecerme entre la imagen honesta que da la Iglesia o la frivolidad de la sociedad liberalota de Alvarito Mesía dicho así alvarito con lo que de inmaduro tiene el diminutivo.


Fuego otra vez, pocas veces se ve a una mujer exponer con tanta claridad su drama y su desprecio a un mundo de hombres, en que no tiene otro sitio que ser el juguete el premio y el orgullo de un campeón, que nada hizo por hacerla y menos por merecerla.


Con profundo respeto a mis amigas mujeres.


Continuará


Darío.

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