domingo, 17 de julio de 2011

La Regenta pareja insólita 4º

No se puede estar “repicando y en la procesión” eso me lo hubiera explicado muy bien Don Fermín de Pas el canónigo. Mientras yo me perdía en la reflexión anterior algo ha sucedido entre nuestros “protas” Ana esta enfadada muy enfadada hace ademán de irse.


Ana.. No tengo toda la noche para perderla aquí contigo. ¡Hasta otra!


Uf, si está enfadada no se que ha podido ser pero se va... ¿Qué hago ahora? ¿La sigo? Y si tiene otra entrevista con alguno de los personajes (estatuas) que pueblan Oviedo... Decididamente la sigo. La veo cruzar la calle, pero esta vez,no parece regresar hacia La Catedral. Se interna con paso decidido en El Campo de San Francisco, ese gran parque urbano con que Oviedo se regala.


Vaya la he perdido la vi en el Paseo de Los Álamos y ahora... no esta.


Ana.: ¡Eh guaje! ¿Me estás siguiendo?


¡Glups, Ha sido una encerrona! Ana se había quedado junto a un castaño, y su figura casi diluida en las sombras me pasó desapercibida. ¿Y ahora que le digo? La verdad por supuesto.


Darío.: Señora, no puedo negar que no la esté siguiendo.


Ana.: Ya hace horas que lo noto, ¿Y se puede saber que quieres?


Darío. Sobre la media noche, vi una emanación luminosa salir de la estatua de La Regenta. Creo que... que se materializó en usted. A mi su imagen, me evoca la que tengo de Ana Ozores, La Regenta. Aunque usted vista como en este tiempo. Su edad sus rasgos me hacen pensar que usted es... Ana Ozores.


Ana.: Ja ja ja ja soltó una carcajada alegre, que hizo removerse a algún pájaro, que dormía en las ramas del árbol.


Ana.: Vaya un escritor o un poeta.


Darío.: ¿Por que dice usted eso?


Ana.: Solo a los escritores, les es dado ver y hablar con los personajes de novela. Si me ves me oyes y me hablas es porque tu lo eres.


Darío.: bueno algo cierto hay en eso.


Ana.: ¿Como me veo? Eso que ahora llamáis look.


Darío.: Sinceramente perfecta. Una mujer joven, con un cuerpo deseable y unos destellos de inteligencia capaces de subyugar.


Ana.: Favor que me haces, ¿Puedo tutearte verdad? A tu lado soy una anciana.


Darío.: Vale empleemos el tu.


Ana.: ¡Ah! Comprenderás que con casi ciento cincuenta años desde la aparición de la novela, he sido creada y recreada por muchas personas. Hombres mujeres, directores de cine actrices, lectores de distintas épocas y culturas. Para todos he sido la Regenta Ana Ozores. Pero no he sido la misma para todos. Para unos mártir, para otros adúltera. Para la mayoría un entretenimiento breve. Por no mentir también he sido fantasía sexual. Pero esto es así te toma un autor. Te construye con partes vivas de otros seres. Algo así como un nuevo Frankenstein. Te lanza al mundo a vivir emociones ajenas... Poco somos pero se nos da vivir en otros en la mente de otros, somos reconstruidas una y otra vez. Juzgadas sometidas odiadas adoradas. Solo unos pocos, los que escriben los que son capaces de recrear sus experiencias, se atreven a establecer un diálogo. A preguntar de que estamos hechas.


Darío.: Creo que ese es mi caso, intentar saber como estás hecha para producir esas emociones en Fermín o en Mesía. ¿Como te puedes sentir responsable de ellas?


Ana.: Solo me siento responsable en función de lo que yo vivo lo que yo experimento.


El magistral, Fermin De pas, es un hombre apuesto. Tiene el encanto de la dulzura del saber, sobre el cuerpo de un fornido montañés. Bajo esa sotana late un amor animal salvaje y primario que el cree que sublima con la piedad y los rezos.


Darío.: Si es cierto.


Ana.: ¿Acaso me imaginas? Siendo la hija espiritual de un viejo, como cualquiera de los otros colegas.


Darío.: No claro.


Ana.: Con Alvaro Mesía el -Don Juan- es otra cosa. Es el arquetipo del caballero, mi sueño, en el que no me quiero entretener por considerarlo pecado, es el contrario, ser yo la rendidora de sus hechizos. Saber que ese hombre codiciado por muchas, ante el que han caído enaguas y velos. Es mio, padece por mi, por hacerme suya, y yo se lo niego.


Es decirle con hechos: Soy Ana Ozores, mucho para ti pequeño, dedícate a las mujeres fáciles, a Obdulia a Visitación.


Y sin embargo, pienso en el y me obsesiono, no puedo olvidarlo y hasta miento.


Darío.: Creo que lo entiendo... Hace un rato cuando estabas con Woody Allen te oí decir.


Ana: Un momento, no es Wooy Allen es alguien que usa su estatua para hablarme. Aunque Woody Allen también es en parte una creación literaria de Allan Stewart Königsberg. Es un ser vivo, aun vivo. No puede aparecerse como un espíritu. El que se aparece bajo su forma, es alguien que me quiere, que necesita acercarse a mi, alguien de mi tiempo y seguramente de mi novela. Si hablo con el es porque quiero saber quien se esconde tras el.


Continuará


Darío







No hay comentarios: