viernes, 27 de mayo de 2011

Economía e historia (micro-relato)

Aquel día las caras eran especialmente serias en el colegio sacerdotal. A la llamada del sumo sacerdote, habían concurrido al templo ministros procedentes de todos los puntos del país.


Una procesión de rostros graves se dirigió desde el atrio del templo hasta la sala del capítulo.


Una vez hubieron ocupado sus puestos, el sumo sacerdote, inició un cántico para pedir la iluminación y la ayuda del Dios. Terminado la oración, el oficiante, indicó con un gesto a uno de los sacerdotes próximos que comenzase. Este, desempolvando un grueso rollo de pergaminos comenzó a leer con una voz nasal:


Estado de las cuentas anuales del sacro colegio sacerdotal. Circuncrpiti hiperbórea. Trigo 500 medidas, avena 230, centeno 180... Así poco a poco fue detallando las existencias contabilizadas en cada templo.


Una vez acabada la relación el sumo sacerdote tomó la palabra. Hermanos nuestros graneros rebosan de reservas. Nuestro grano se hace viejo el la troj, el moho y los ratones se comen nuestras reservas, hoy el exceso de alimento ha comenzado a ser un problema. Por eso os he reunido hoy aquí para escuchar de vuestra prudencia y sabiduría la opinión. Un anciano de venerable figura se puso en pie reclamando el uso de la palabra. Cuando le fue concedido dijo:


En el caso de mi comarca las cosas les han ido bien a los fieles durante los últimos años. Gracias a la especial protección de nuestro dios las cosechas han sido abundantes por esa razón el diezmo pagado al templo ha supuesto entradas de grano que nos han obligado a aumentar el tamaño de los graneros. Ha supuesto un enorme esfuerzo económico habilitar nuevos espacios y mas personal para llevar la contabilidad y mantener las reservas. Proponemos bajar el diezmo a un quinto.


Un joven sacerdote procedente del distrito central pidió hacer uso de la palabra. No no es posible bajar el tributo, si lo hacemos así los fieles se acostumbrarán a no pagar. Cuando las cosechas sean malas lo recaudado no será bastante para nuestro sustento. Proponemos vender el excedente y cambiarlo por otros productos mas escasos.


En ese momento el sumo sacerdote tomó la palabra y dijo: Recordar que nuestra ancestral sabiduría propuso el diezmo como una reserva de alimento para los malos tiempos, como hizo aquel Faraón de Egipto hace muchos muchísimos siglos. Recordad también; que el templo, ofrece en esos años malos préstamos de grano a un módico interés. Por cada dos medidas devolverás tres. Solo es un 50% anual, algo que la producción de cereal soporta bien.


En ese momento y después de una plegaría para pedir la luz se sometió a votación las nuevas normas:


Se aprobó el mantener el diezmo.


Transformar el excedente en oro o moneda de plata y aceptarlo también como tributo.


Se mantuvo el préstamo de semillas al dos por tres y por consiguiente al mismo interés el préstamo en dinero.


Al fin del concilio todos dieron gracias a la suprema deidad por la luz que iluminó sus mentes. Y muy contentos volvieron a sus pueblos. La usura había nacido.


Uno de los errores manifiestos de la economía actual es que sigue aplicando criterios de interés en función del dinero. No es lo mismo prestar dos medidas de grano y pedir la devolución de tres, que prestar dos ovejas y pedir la devolución de tres...


Como en el anterior micro relato he intentado hacer una a creíble sobre hechos ciertos aunque tal vez estén tomados de contextos distintos.


Darío

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