Pues nada que como los tiempos
están como están y las cosas son como son voy
comenzar una sección de cocina.
Tengo en mis manos un libro de
Emilia González Sevilla titulado El Fogón del Pobre. Porque no hacer unas
recetas de esas que casi están olvidadas y sin embargo.
Porque lo que es insultar al
estómago y a la tradición para eso nos pintamos solos.
Por ejemplo he estado varias
veces en Vic donde tuve la fortuna de recibir un salchichón artesano que no olvidaré
mientas viva. Era la tal pieza una taracea de magros con algo de tocino de una dureza poco común, por lo lustroso y
tono se diría ébano por lo duro palosanto.
No recuerdo si fui capaz de hincarle
el diente o si por un casual lo doné al museo diocesano de la ciudad como
supuesta parte de una de la momias que allí guardan.
Pero eso no fue todo cuando años
después volví durante una semana de la escudella tuve el honor de catar en un
puesto del mercado un vasito irrepetible del preciado tesoro catalán. Contaba
con sus albondiguillas -pilotas- y un
sabroso aguachirle en el que había habido alguna vez un poco de pasta. Tenía la
firma del grupo Carulla en lo industrial, y de algún aprendiz de brujo en la
confección del engendro ¡Con lo fácil que es usar el Avecrem! En fin lo siento
son cosas de la gastronomía que no entiendo.
Porque si es loable y hasta digna
de envidia esa excelencia gastronómica del pan con tomate; seguramente nacido
para aprovechar un tomate pocho y un pan seco. No lo es tanto la manía de
colocarlo todo con el dicho complemento. Porque lo que se hace es desvirtuar la
esencia de lo que monta sobre se pan. Por ejemplo no hay forma más segura de destrozar
un jamón ibérico que ponerlo a caballo sobre ese garañón de la cocina que es el
pan con tomate.
Pues bien los de Vic con el mismo
criterio no solo deben destrozar su salchichón también hicieron naufragar las
pelotillas de la escudella.
Y para demostrar que la
excelencia no está reñida con el precio ni con la inventiva mesurada os invito
a buscar una lata de Foïe Gras en Lidl la hay mu dignas por menos de cinco
euros y cortar una lochas sobre un plato de lentejas viudas y tibias. Placer de
dioses afirmo.
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