Sonó el silbo, un escape
del vapor de la caldera, una nubecilla que vino a deshacerse frente al gran
farol de la locomotora. Volvió a sonar
con fuerza y esta vez acompañado de un ronchar de cadenas y enganches
como el chasquido que producen los nudillos cuando se fuerzan las
articulaciones.
El humo parecía preceder al
tren, y el vapor de la caldera, que escapaba de los pistones daba a la imagen
algo de la neblina de los sueños. Volvió a sonar el silbo. Esta vez con un
claro tirón. Los vagones, como vertebras de un animal fabuloso que se
despereza, recuperaron la distancia en sus enganches. Subí la escalerilla y me
quedé en pie en el balconcillo del último vagón, levanté mi mano en un gesto de
adiós. El convoy gemía y el humo de la chimenea pasando sobre mi cabeza, me
confirmo que estábamos en marcha.
Mucho tiempo conservé esa
imagen en mi mente, el humo quedaba atrás como la parte de mi vida que acababa.
En el andén, quedaba borrosa la figura de Clara. El humo del tren las ideas
viejas, Clara saludando en un adiós perpetuo. Sin resquicio de vuelta sin
esperanza. El viejo caserón la estación internacional era sin nostalgia lejos.
Han pasado treinta años,
tal vez más, desde aquel adiós. Paseo por el andén, ya no hay humo tampoco
trenes. El edificio languidece, se desmorona poco a poco, las hierbas crecen
entre las vías. La ausencia de los
guardagujas se hace notoria. En las barras de los cambios, faltan las cadenas
que aseguraban su inmovilidad. Algún mangante se llevó dos o tres contrapesos
de las palancas. Faltan los faroles de señales. No sé porque, los imagino
adornado alguna bar de esos modernos
Clara no está, salió unos
meses más tarde que yo y en dirección contraria. Fue hacia el oeste hacia el
mar bravío. Por un tiempo me llegaron sus cartas, estaba con Manuel allá al
otro lado de la tierra. A diez y ocho
horas de tren. Entonces era el más allá, viajar en un ferrocarril de la época
era una triple lección de geografía, física, se veían los montes y los ríos que
antes fueron manchas en el mapa. Se palpaba la economía, cereal viñedo
industria. Se oían hablares se conocía gente. Yo crucé varias veces la
península, de norte a sur, de este a oeste. No había mejor experiencia, que un
expreso de hace tres o cuatro decenios. Paraba aquí, allá en un trasiego
continuo de gentes, un cambio de peculiaridades de idiosincrasias.
A mí me gustaba ir a mis
trabajos en tren y en tren de cercanías, si estabas atento se aprendía mucho.
Llegabas al destino transfigurado, por lo menos con aires de oriundo y casi
asimilando el deje y acento local. Eso era mi punto fuerte en mi trabajo. Para
vender y más lo que yo vendía hace falta convencer. No se puede convencer a
quien no se conoce.
Hoy domina el avión y el
tren de alta velocidad, los trenes ahora unen ciudades, separan pueblos.
Es la globalización pero eso ya termina. La globalización es un fenómeno posindustrial primero la industria produjo miles miríadas de productos. Eso llevó a un marketing uniforme. Primer paso de la globalización. Después una vuelta de tuerca más y la industria vino a producir a nuestra casa. Consumíamos lo de allí con coloratura hispana. Por ejemplo vestíamos vaqueros y camisas Mao. Ninguno de las dos prendas era indígena pero. Supongo que hubo iberos que vistieron la toga y calzaron cáligas.
Es la globalización pero eso ya termina. La globalización es un fenómeno posindustrial primero la industria produjo miles miríadas de productos. Eso llevó a un marketing uniforme. Primer paso de la globalización. Después una vuelta de tuerca más y la industria vino a producir a nuestra casa. Consumíamos lo de allí con coloratura hispana. Por ejemplo vestíamos vaqueros y camisas Mao. Ninguno de las dos prendas era indígena pero. Supongo que hubo iberos que vistieron la toga y calzaron cáligas.
Con los vaqueros murió el
campesino, murió la autarquía. Murieron jadas y jadicos y la tierra roturada
era obra del tractor. Murió la cultura rural, ya no se hacen los dulces caseros
ni se hace conserva ni se mata en casa y todo ese saber quedó obsoleto
escondido. Ahora era el momento de saber de ofertas, de precocinados y
congelados.
Se vivía de otra manera si,
antes era el gallo quien marcaba el alba, el principio del trabajo diario. Eso
cambió por los toques de sirena, que macaban los turnos en la fábrica. Y
perdimos la identidad. Alcanzamos nuevas ocupaciones, nuevos títulos,
aparecieron los RRPP especializados en realización de eventos. Disolvimos al
hombre, en funciones especializadas en eventos y creo que se nos olvidó vivir.
La era industrial, el hombre pieza el individuo engranaje, normalizado pulido
idéntico a otro. También produjimos la sobre medicación. Antes en el campo los labriegos
hacían correr la bota el porrón. Ahora tenemos la sociedad de Prozac para
todos, anti-colesterol por grifo, felicidad en vena. El soma, el mundo feliz de
Huxley. El estado del bienestar fruto del bienestar en el estado.
Vuelvo a la vieja -gare le
chemin de fer- camino de hierro, paralelas de acero que dejaron de unir para
solo se conducto. Vuelvo al punto de partida la sociedad industrial se muere,
ella no lo sabe. Se muere, ha sido suficiente una crisis la última para poner
en jaque la industria la banca, el gran almacén, la gran empresa, tienen que
cerrar, no lo saben pero están muertas su tiempo pasó son pretérito siempre
imperfecto. Lo que llaman globalización la aldea global es dudoso que exista.
Hoy nos aproxima el tren informático. No hay estaciones intermedias, además las rutas de enlace no son siempre las mismas. Internet es una comunicación persona a persona. Conocimiento con conocimiento. Vamos de un domicilio de ideas a otro como dicen los anglosajones de un think tank -tanque de pensamiento- o tanque de ideas a otro. Pero puede ser o no ser un grupo, ser o no ser un lobby. En realidad es una comunicación entre mónadas. Una noosfera, Si Leibniz o Teilhard de Chardin levantaran cabeza. El reflujo social nos lleva al terreno soñado, aquel mismo que el industrialismo negó.
Hoy nos aproxima el tren informático. No hay estaciones intermedias, además las rutas de enlace no son siempre las mismas. Internet es una comunicación persona a persona. Conocimiento con conocimiento. Vamos de un domicilio de ideas a otro como dicen los anglosajones de un think tank -tanque de pensamiento- o tanque de ideas a otro. Pero puede ser o no ser un grupo, ser o no ser un lobby. En realidad es una comunicación entre mónadas. Una noosfera, Si Leibniz o Teilhard de Chardin levantaran cabeza. El reflujo social nos lleva al terreno soñado, aquel mismo que el industrialismo negó.
Cada día somos más los que
estamos fuera. Fuera del rito social fuera de la iglesia donde ofician
políticos sin vergüenza. Y haremos un mundo nuevo, el saber está en la red,
ahora no se mueven hombres, se desplaza el conocimiento. Volvemos a una nueva
edad de piedra, visitamos con soltura las cuevas de otra tribus. Conocemos sus
técnicas sus pensamientos.
Aquí está aquí como hacer
el yogur el mazapán el queso. Pronto haré Jijona, puede que termine apañando mi
ropa, haciéndome las alborgas, no puedo procrastinar más el hecho. Muere la
industria y nace un mundo nuevo.
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