Sonaba
el teléfono. Era un ring-ring pausado clásico y ligeramente
amenazador. Algo así como -contesta de una vez o cuelgo-.
Al
otro lado de la linea se oyó un clic. Una voz aguardentosa preguntó:
¿Banco
de alimentos?
¡Si
dígame?
Ah
muy bien, aquí somos del sindicato...
¿?
¿Si
dígame?
-Ah
que somos del sindicato y tenemos un excedente de alimentos, son las
sobras de la última merienda de negros... huy perdón perdón, quise
decir los excedentes del último ágape de la ejecutiva. Y queremos
saber sobre sus servicios, por ejemplo. Nos quedan diez cajas de
langostino de Sanlucar, media caja de Dom Pérignon y unas latas,
unos 400 gramos de caviar beluga.
-¿La
pregunta que quiero hacer es? Si hacemos una imposición a plazo, un
año o seis meses que interés nos da.
-Caballero
creo que se confunde usted, esto es un banco de alimentos, aquí
distribuimos los excedentes de las empresas y los productos a punto
de caducar de las cadenas de alimentación entre personas sin
recursos. Se trata de ayudar.
-Ya,
ya, será como la obra social de las cajas de ahorro, o como los
mecenazgos de la banca, digo yo algo entre el nepotismo y el enchufe.
Pero vestido de primera comunión así con un cierto halo de pureza.
-Me
ofende usted, esto es una labor social.
-Ya
si a bueno le va a usted a contar lo que es la labor social. A mi,
que me nació el pelo en los huevos predicando la lucha de clases.
-¡Señor
esa expresión no procede!
-Bueno
no quería herir que le decía que me salieron los dientes en la
huelga...
-Vale
así mejor.
-Bien
ustedes son una ONG, que si no me equivoco es un invento promovido
por los gobiernos para corregir los desmanes de los propios
gobiernos.
-
¡No no señor! Nosotros aspiramos a suavizar las diferencias entre
distintos grupos sociales o étnicos.
-
Claro lo comprendo ustedes son como un sindicato de clase empeñado
en expandir las miserias para darles a todas un tono pastel, un
cierto como diría; un cierto y monótono color. Para que una casta de
iluminados puedan percibir emolumentos haciendo ver que suavizan las
consecuencias de las diferencias sociales. Es decir como el sindicato,
como nosotros, que no podemos vivir sin exagerar primero esas
diferencias.
Al
otro lado de la linea se oyó un golpe sordo y a continuación la
señal de comunicar, -le habían colgado-. Otra vez y eran dos veces
en la misma semana...
Se
oyó un toque en la puerta del despacho, algo así como si un animal
diera con sus pezuñas en la puerta.
Si
adelante pase pase... No hizo falta insistir, allí apareció en el
marco de la puerta con su cara de ogresa, cejijunta con una
pelambrera lacia y retorcida, larga tanto que se confundían el
pubis con las axilas. Era su hembra Luzbelina, seguro había estado
oyendo detrás de la puerta antes de llamar... así era.
-
¡Que otro fracaso y van cinco en el mes, vaya mierda de diablo que
estás hecho!
-
Mujer yo...
-
Ni mujer ni tangos, eres muy torpe y no te esfuerzas.
Ante
la cara compungida de Belcebú, dulcificó su gesto de manera
imperceptible.
-Cariño te lo vengo diciendo desde hace casi un siglo, lo tuyo no es el marketing telefónico. Eso no es ocupación de un diablo que se tenga por tal. Tienes que aspirar a más, al full contact.
-¿Quieres decir?
-Cariño te lo vengo diciendo desde hace casi un siglo, lo tuyo no es el marketing telefónico. Eso no es ocupación de un diablo que se tenga por tal. Tienes que aspirar a más, al full contact.
-¿Quieres decir?
-Recuerdas
cuando te las veías con el inquisidor general, cuando campabas a tus
anchas por las mentes de Los del Santo Oficio. Pues reclama, pide un
puesto acorde con tus méritos. ¿Qué tal? Insuflar deseos de pederastia
en un purpurado, ¿No crees que sería mas interesante? O ayudar a
negar la concupiscencia del sexo dinero y poder en una de esas nuevas
politiquillas con cara de beata
Ahora
mismo le escribes una carta al jefe y le pides un puesto real nada de
un demonio en las nuevas tecnologías, mira tu puesto. Director
general de marketing telefónico. Vaya
estupidez y tus compañeros que valen menos que tu, sembrando
insidias en el mundo. Justificando subidas de impuestos desahucios
hipotecarios miseria repartida por decreto. ¡Te estás perdiendo los
mejores tiempos!
Belcebú
parecía no reaccionar, pero un leve temblor en el rabo le dio la
pista suficiente a Luzbelina que continuó:
-
Venga toma una hoja de papel y escribe Consejo General del Maligno. Belcebú Lopez Tentador General de primera clase renuncia a su puesto
de director de Marketing Telefónico y solicita un puesto... un
puesto en primera linea de combate.
Eso
es ahora firma. Belcebú firmó y rubricó con toda clase de
ringorrangos aunque de manera automática.
Luzbelita tomo la hoja, la dobló y dijo:
Ahora mismo la llevo a la reunión del consejo, hoy está papá de secretario de guardia, seguro que cuela tu petición en el mejor momento...
Luzbelita tomo la hoja, la dobló y dijo:
Ahora mismo la llevo a la reunión del consejo, hoy está papá de secretario de guardia, seguro que cuela tu petición en el mejor momento...
Salió
dejando un estela a cuerno quemado y azufre un olor inconfundible...
Lopez,
Belcebú Lopez, se quedó pensativo, que horror hasta en el infierno
estaba presente el nepotismo...
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