La Paqui aun se debatía buscando en su memoria los
recuerdos. Muchas veces una sola idea le embargaba toda su capacidad... era,
como... como, se decía, cuando se vive cerca de un campanario y después del
toque la vibración del bronce queda pendiente en la noche... no, no eso era real, las campanas de San Claudio
estaban a tiro de piedra de aquel ático, del ático de Luis.
Cuantas veces las había oído sonar desde esa cama, cuantas
veces, contando los golpes del badajo, cuantas veces...
Eran la medida inexorable del tiempo, del final del abrazo,
de un último beso. Y era eso el beso o tal vez el intimo placer, el orgasmo
alcanzado junto a ese mozalbete, el que aun resonaba en su cuerpo como si ella
fuera la campana.
A ráfagas recordaba trozos de su vida, conversaciones
entrecortadas con sus amigas y aquella quien fue; La Puri o La Clara que con
algo de insidia comentara:
-¿Os habéis fijado, en como La Paqui se acicala? Yo diría
que va a la pelu todas las semanas.
Era cierto, pasaba por la peluquería más a menudo, también
se hacía una limpieza de cutis y aunque nunca había sido mujer de maquillajes
ese cuidado se le notaba.
Lo cierto es que su cara era más tersa, pero sobre ella
creía que la razón de su mejora era interna. Vamos que no se debía a ningún
agente cosmético.
Las bromas siguieron
en el grupo, eran seis amigas y cinco matrimonios que se conocían casi desde la
infancia.
La Clara era la single así la llamaban, no recordaba quien
la había puesto el mote. La single lo debía haber dicho por primera vez Antonio.
Antonio era un aficionado a la vela, era patrón, tenía un bonito barco,
hicieron unas vacaciones juntos. La Paqui suponía que era el que la motejó así.
Un día comentó a Manuel, su marido, que porque la llamaban así, creía recordar que
antes le decían el non o la de non, por el hecho de no tener pareja.
- ¿Oye que es eso de la single como llamáis ahora a Clara,
que pasa que en inglés la soledad duele menos?
Manuel que nunca le había ocultado nada de las cosas que se
decían entre los hombres le aclaró. No mujer, es una maldad divertida, cosas de
Antonio, por lo visto single es en náutica un cabo solo que siempre va atado a
la punta de una "verga".
Ante la cara de perplejidad de su mujer Manuel recalcó lo de
verga,
por lo visto el año pasado, hicieron un pequeño crucero en el barco de Antonio,
él su mujer otra pareja y Clara. Fue Clara la que propuso rotar parejas.
-¿ Y lo hicieron? dijo Paqui.
Ni lo sé ni nos importa, dijo Manuel al mismo tiempo que la
abrazaba y con su manaza le oprimía las nalgas.
Pero no eso tenía que haber pasado antes de lo de ella con
Luis, o eran cosas simultaneas.
Ay que lío esta memoria a veces nos la juega, recordamos muy
bien el hecho pero nunca el orden de fechas.
Un día que las ironías alcanzaban ya un nivel casi doloroso,
La Paqui contestó:
Te parecería mejor que tuviese la cara poché, así como
salida de la cocina, sabes que mi trabajo es duro para la piel. Siempre entre
vapores emanaciones grasas, solo me falta no cuidarme, para dejar mi cara lista
para una guarnición o un aliño.
Y algo más encendida continuó. Estoy y vosotras conmigo en
esa edad que el cuerpo libera a la mujer de su carga. He sido hembra y madre
para mi marido, y ahora, dijo remarcando mucho el ahora, tengo la libertad del
cuerpo y la necesidad de sentirme satisfecha de mi. O acaso quieres que me deje
amojamar como tu, y pase de joven a abuela sin transición.
Para alguna de sus amigas eso fue una confesión clara de su
delito, era la evidencia de que la Paqui, tenía algún entretenimiento. Pero la
rotunda expresión de su mirada parecía decir -un y a ti que coño te importa- lo
que yo haga con mi vida y hasta con mi cuerpo. Así quedó zanjada la cuestión,
si a Manuel le llegó el rumor es algo que no sabemos.
Pasaron uno, tal vez dos años, aquí la
mente le juega otra vez malas pasadas.
¿Tendría que preguntar pero a quién?
Mejor será que la próxima entrega la escriba Manuel.
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