Las nubes dejaban paso a un sol de fulgores estivales. Abajo en el jardín las hierbas aun húmedas y aplastadas
por la hierba vuelven, poco a poco a orientar sus tallos hacia el sol. Pero
aquellas plantas, que como los pensamientos tristes, siempre están en la
umbría... estas permanecen ahogadas en sus propios recuerdos.
La menta, el romero y el tomillo, esté ultimo en flor, competían
en un combate de aromas por llamar su atención.
Hablando de recuerdos ya hace años que Manuel no está. Luis aun
vive en su memoria, La Paqui se pregunta ¿me recordará él? y si es así ¿cómo?
Luis es un pensamiento triste, un placer ahogado en la
memoria
¿Por qué y cuándo? Ella le abrió su puerta, le abrió su cuerpo.
Si, si... hubo un día, un día especial en que ella le había
pedido Luis una lista de avituallamiento. Las cosas necesarias para el día a día
de la cocina. Él contestó con un
luego... bueno creía recordar, que dijo: Lueguito
se la dejo en el despacho jefa.
¡Oye! Yo soy La Paqui no la jefa.
Y él con la sonrisa dulce que siempre ponía contestó:
Bueno, será La Paqui, pero aquí y en mi, manda como la
jefa... perdone no sé como tratarla me cuesta el tuteo...
Más tarde buscó la lista, venía manuscrita dentro de un
sobre. Hablaba de pimentón de clavo de
canela. Decía, que quería probar el macis, en la ensalada de gambas. Y junto a
ellas un bouquet de violetas secas, aun
fragante.
Cuando le dijo ¿oye y las violetas? Luis con visible azoramiento
dijo:
Son para ti jefa...
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