Aquella noche padre e hija, es
decir Luzbelita y Mefisto tuvieron una reunión intima y seria. El padre la
saludó recalcando que le agradaba tener una hija contrahecha y fea. ¡Se parecía
tanto a su madre! Hasta en los raptos de mala leche. Accesos de ira
incontrolada en que por cualquier tontería, Luzbelita la emprendía con el
mobiliario -escaso mobiliario por otra parte- del averno. Y golpeaba con
pezuñas y rabo las puertas y hasta las almas de los condenados.
Hija, comenzó Mefisto, es el
momento de que sepas alguna cosa que te irá bien en este viaje. Algo le hizo
comprender a Luzbe que su padre tenía cosas importantes que decir.
La forma de buscar la reunión, el
tono serio, la voz cavernosa. No eran empleadas por un secretario del gran
consejo sin un motivo importante. Luzbe
hizo un mohín terrorífico que partiendo de sus labios erizó toda su piel hasta
el rabo, agitando su puntita en un temblor emocional imposible de disimulo.
Sin más preámbulo, Mefisto dijo:
- Has de saber que tu padre es
viejo, mucho más viejo de lo que supones, y por viejo soy sabio no por diablo.
Mis primeras acciones se remontan al paraíso. Allá donde Adán y Eva, yo fui la
sierpe que ofreció la manzana, ¿Conoces la historia verdad?
- ¿Tu fuiste la serpiente del
paraíso! Dijo Luzbelita. Si, si yo mismo, yo fui el primer tentador
Yo fui el primer maldito, de de
Dios. Y tu hija mía también como diablesa descendiente eres objeto de la
maldición.
¿Y como es Dios? porque él te habló ¿verdad?
El es, es, como te diría yo. Él
es como aquel ministro de interior que lo sabía todo, que era temido por todos.
-Como el de los...
Si ese, no hace falta que lo
nombres. Pues bueno Dios es como ese pero en bueno. Lo sabe todo y de verdad,
además es eterno. No como el otro que cuando le quitaron el altavoz del
gobierno...
-Si vamos que ni él podía llegar
a más ni el partido a menos.
Eso. Imagina que yo muy ufano, se
me ocurrió pavonearme de mi logro. Había perdido a toda la raza humana, los
había hecho desgraciados por generaciones. ¿Y sabes que me dijo?
-¿Quién? Dios.
Si fíjate cuando ya Adán y Eva
habían salido del edén me quedé mirando a creador cara a cara orgulloso de mi
primera victoria sobre el humano sobre la parte más acabada de su creación.
Y Él como leyendo mis pensamientos,
tomó un aire de filósofo platónico y me preguntó.
¿Oye quien hizo a la mujer?
¿Quién el árbol de la ciencia? ¿Quién el fruto? Y por último quien les prohibió
comerlo. Naturalmente tuve que reconocer que era él su autor y padre.
-Y Dios siguió: Entonces si el
hombre y la mujer son obra mía, si el árbol y el fruto son obra mía si la
prohibición de comerlo es mi voluntad. No te parece que yo podría haber
dispuesto las cosas de manera distinta. ¿Para que no sucediera lo que ha pasado?
Que parte crees tener en todo ello.
Me irrité me ofendió seriamente,
yo era el maligno, era la parte nefanda de la creación. Y resulta que solo
parecía ahora como una circunstancia. Una probabilidad estadísticamente
conocida. Quise argumentar... no pude no hubo lugar. Dios añadió que yo no era
ni siquiera una criatura obra suya. Yo solo era una justificación inventada por
el hombre para explicar sus desgracias.
Nos reunimos en consejo,
decidimos ser la mala idea, mostrarle a Dios que aun siendo una consecuencia
del hombre teníamos independencia para obrar.
Decidimos, extender ese uso de
que nos daba el hombre y duplicarlo. No solo seríamos la causa del mal. También
vestiríamos los paramentos sacerdotales, seríamos inquisidores, torturadores,
lúbricos, lujuriosos, dados a la gula y a la avaricia. Adictos al poder y su
mal uso.
Creo que hemos triunfado, le
hemos enseñado a Dios las miserias de su obra. Hacemos sufrir a su criatura,
por ambición enseñamos sus miserias y depreciamos sus logros.
-¿Ese es el secreto? dijo
Luzbelita con un cierto tono de admiración.
- Ese es dijo muy serio Mefisto, en
realidad existimos porque existe el hombre. Acaso has oído tu de un demonio de
los caballos, de los perros. Solo somos una proyección de la ambición humana.
Sea lo que sea lo ambicionado, dinero, poder, servidores, posesiones, sexo,
gula...
-¿Quieres decir? Que solo somos
la insatisfacción del deseo humano, de la ansiedad que genera la duda.
-Si solo al hombre le es dado
imaginar el mañana, su mañana, compararlo con el futuro, y morir y matar por
ello. Por eso el diablo que mejor cumple
su objetivo es aquel que hace parecer la ambición como cosa natural, aquel que
sabe dar a la envidia un toque de cocina casera. Aquel que plantea la envidia
con injusticia, el que hace que codicies lo que el otro tiene sin entretenerte
en desarrollar tus talentos. Es algo que tu pobre marido aun no ha entendido. No
estará de más que allá en la tierra le hagas ver cual es el camino correcto.
-No te apures padre, Belcebú es
manejable es fácil de guiar-
-Pues empieza tienes trabajo he
repasado sus llamadas telefónicas y son un desastre.
-¿Quéé? No me digas que el supremo consejo nos
espía. Yo creía que los diablos teníamos derecho a la intimidad.
-Pues no, no es así un diablo no tiene
ningún derecho ante el supremo consejo. A ver si te has creído ese cuento de la
democracia.
-Vale y como supongo que tampoco
tenemos derecho a la libertad, que papel se supone que adoptaré en la tierra.
He pensado que puedes desempeñar
muy bien un papel de periodista. Es el
mejor oficio para verter insidias, para distorsionar realidades, creo que no
desmerecerás entre ellos. Periodista y tertuliana de un programa de televisión
hay uno que se llama no se que del gato que creo que sería ideal para tu
misión. Te dejaré unos videos para que sepas como funciona.
-Gracias los miraré.
El resto de la tarde noche
transcurrió evocando viejas historias familiares cuantos recuerdos puede llegar
a atesorar una diablesa. El amanecer pilló a Luzbelita viendo videos, tenía ya
un resumen de comportamientos abyectos. Conocía las tretas mas rastreras de los
llamados programas del corazón y las mejores insidias de las tertulias
políticas.
Había aprendido a tomar aspecto
de diputada joven de la derechona, los herederos de aquellos que decían luchar
por el trono y el altar. Cuando solo defendían su estatus. Tenía ya varias
imágenes plausibles de periodista intelectual e incisiva. Había aprendido a
gesticular con elegancia con un suave arqueo de cejas mientras negaba la mayor
evidencia con absoluto desparpajo... ¿Corrupción? ¿Dinero negro dice usted? Eso
no ha existido nunca, Nepotismo ¿Favores? Tendrá usted pruebas para presentar
ante un juzgado o de lo contrario...
Era fabuloso sentía el vértigo de
la mentira de los políticos y comprendía al ser humano como nunca hasta
entonces lo había hecho. ¡Qué gran obra papi! Se dijo y todo empezó con la mujer
que me diste por compañera... La serpiente me engaño...
¡Ah que claro estaba ahora el
pecado original! No era la desobediencia a Dios que con ese tema como decían
los políticos ya se contaba. El pecado original de la especie era culpar al
otro de sus malos actos. Y ni pedir perdón ni castigar al anterior Tramposo.
Todo un Master en dercho/os humano/os. La mentira y la negación de
responsabilidades el más puro cinismo como cimiento.
¡Soberbio!